miércoles, 22 de junio de 2022

LA RATONCITA PRESUMIDA

 LA RATONCITA PRESUMIDA 
AQUILES NAZOA 

La ratoncita presumida es un cuento en verso del venezolano Aquiles Nazoa, que enseña sobre los valores de la humildad y la sencillez en toda circunstancia. A la protagonista le corresponde aprender a valorar a los más sencillos y pequeños, porque son esos los más importantes.

Hace ya bastantes años, doscientos años tal vez, por escapar de los gatos y de las trampas también, unos buenos ratoncitos se colaron en un tren y a los campos marcharon para nunca más volver.

Andando, andando y andando llegaron por fin al pie de una montaña llamada la montaña Yo-no-sé, y entonces dijo el más grande: lo que debemos hacer es abrir aquí una cueva y quedarnos de una vez porque como aquí no hay gatos aquí viviremos bien.

Trabaja que te trabaja tras de roer y roer agujereando las cuevas se pasaron más de un mes hasta que una hermosa cueva logró por fin hacer con kioskos, jardín y gradas como si fuera un chalet.

Había entre los ratones que allí nacieron después una ratica más linda que la rosa y el clavel.

Su nombre no era ratona como tal vez supondréis, pues la llamaban Hortensia que es un nombre de mujer.

Y era tan linda, tan linda que parecía más bien una violeta pintada por un niño japonés: parecía hecha de plata por el color de su piel y su colita una hebra de lana para tejer.

Pero era muy orgullosa y así ocurrió que una vez se le acercó un ratoncito que allí vivía también y que alzándose en dos patas temblando como un papel le pidió a la ratoncita que se casara con él.

¡Qué ratón tan parejero! dijo ella con altivez. Vaya a casarse con una que esté a su mismo nivel, pues yo para novio aspiro, aquí donde usted me ve, a un personaje que sea más importante que usted.

Y saliendo a la pradera le habló al Sol gritando: – ¡Jeeey! usted que es tan importante porque del mundo es el rey, venga a casarse conmigo pues yo soy digna de ser la esposa de un personaje de la importancia de usted. 

– Más importante es la nube – dijo el Sol con sencillez- pues me tapa en el verano y en el invierno también.

Y contestó la ratica: – Pues que le vamos a hacer… Si es mejor que usted la nube con ella me casaré Más la nube al escucharla, habló y le dijo a su vez: – Más importante es el viento que al soplar me hace correr.

– Entonces – dijo la rata- entonces ya sé que hacer si el viento es más importante voy a casarme con él.

Mas la voz ronca del viento se escuchó poco después diciéndole a la ratona: – Ay Hortensia, ¿sabe usted?, mejor que yo es la montaña aquella que allí se veporque detiene mi paso lo mismo que una pared.

– Si mejor es la montaña con ella me casare- contestó la ratoncita-, y a la montaña se fue.

Mas la montaña le dijo: – ¿Yo importante? ¡Je, je, je! Mejores son los ratones los que viven a mis pies, aquellos que entre mis rocas tras de roer y roer, construyeron la cuevita, de donde ha salido usted. 

Entonces la ratoncita volvió a su casa otra vez y avergonzada y llorando buscó al ratoncito aquel a quien un día despreciara por ser tan chiquito él. 

– ¡¡¡¡¡¡ Aaaaaaaaaalfreditooooooooooooo !!!!!!; ¡Oh, perdóname, Alfredito 

– gimió cayendo a sus pies-, por pequeño y por humilde un día te desprecié, pero ahora he comprendido -y lo he comprendido bien- que en el mundo los pequeños son importantes también. 


 

El conejito

 EL CONEJITO 
MIGUEL HERNÁNDEZ 

Un conejito inquieto y aventurero pasa un gran susto por nada, a causa de su audacia, y termina avergonzado frente a su mamá, a donde corre para resguardarse. A un conejito se le ocurrió echar a correr. Corría y corría, y no dejaba de correr. 

Corría tanto que pronto se encontró frente a un huerto cercado.

—Éste debe ser un huerto muy rico porque está cercado —dijo el conejito—. Yo quiero entrar. Veo un agujero, pero no sé si podré entrar por él. 

¡Hop! ¡Hop! ¡Hop! 

Sí que pudo entrar el conejito en el huerto por aquel agujero que había visto. Y una vez dentro, se sintió feliz.

—¡Aquí tengo yo una buena comida! ¡Menudo atracón voy a darme! 

El animalito se puso a comer, y no se cansaba de comer en las berzas, en las habas y en las coles. Comió durante todo el día. Y así que el día llegó a su fin, dijo el conejito: 

—Ahora yo debo marchar a casa. En casa me aguarda mi madre. Se me había olvidado mientras comía. Tres veces intentó salir por el pequeño agujero y no lo consiguió ni en la primera, ni la segunda, ni la tercera vez. 

—¡Ay, madre mía! -gritó-. 

No puedo salir. Este agujero es demasiado pequeño. Me he pasado el día comiendo y ahora estoy demasiado grueso. ¡Ay, que no puedo salir! Ay, madre mía. En esto llegó un perro al huerto y vio al conejito. 

—¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! -dijo—. Hoy estoy de broma y veo un conejo. Voy a bromear con él. Echó a correr el perro bromista derecho al conejito. 

—Un perro viene -dijo asustado—. ¡Un perro viene! ¡Con lo poco que a mí me gustan los perros! Yo debo salir de aquí. ¡Ay, madre mía! El conejito corrió, y corriendo vio un agujero grande. 

—Por aquí me escapo —dijo—. A mí no me gustan los perros. Ya estoy fuera del huerto y lejos de los colmillos del perro. ¡Gracias a mi vista y a mis patas! Efectivamente, cuando el perro salió por el agujero grande detrás del conejito, éste ya se encontraba en los brazos de su madre, en la madriguera. Y su madre le reñía diciendo: 

—Eres un conejo muy loco. Me vas a matar a sustos. ¿Qué has hecho por ahí todo el día? Y el conejito, avergonzado, se rascó la barriga. 



El burro Canelo

 EL BURRO CANELO 
GREGORIO LÓPEZ Y FUENTES 

Gregorio López y Fuentes nos cuenta la historia de un niño que, tras irse a estudiar a la ciudad, regresa a su tierra natal con ínfulas de saber mucho y de haber olvidado sus orígenes. 

Aunque entristecidos, sus padres encuentran ocasión para hacerle reflexionar. Tras un día de camino para encontrar al hijo que regresaba del colegio después de algunos años de ausencia, el padre tuvo el primer disgusto. 

Apenas se habían saludado, el muchacho en lugar de preguntar por su madre, por los hermanos o al menos por la abuela, ansiosamente le dijo:

—Padre, ¿y el burro canelo? 

—El burro canelo… se murió de roña, de garrapatas y de viejo. 

Al muchacho se le habían olvidado costumbres y hasta los nombres de las cosas que lo rodearon desde que nació. ¡Cómo era posible que para montar pusiera en el estribo el pie derecho! 

Pero el asombro del padre fue mayor cuando el chico preguntó con gran curiosidad si aquello era trigo o arroz al pasar junto a unos campos sembrados de maíz. 

Mientras el muchacho descansaba, el padre sorprendido y triste informó a su esposa lo ocurrido. La madre no quiso darle mucho crédito, pero cuando llegó la hora de la cena, la mujer sintió el mismo desencanto. 

El muchacho solo hablaba de la ciudad. Uno de sus maestros le había dicho que el jorongo se llamaba “clámide”, y el huarache, el sufrido huarache del arriero, se le llama “coturno”. 

La madre había preparado para su hijo querido lo que más le gustaba: atole de maíz tierno, con piloncillo y canela. Cuando se lo sirvió, caliente y oloroso, el hijo hizo la más absurda pregunta de cuantas había hecho: 

—Madre, ¿cómo se llama esto? Y mientras esperaba la respuesta se puso a menear el atole con un circular ir y venir de la cuchara. 

—Al menos, si has olvidado el nombre, no has olvidado el meneadillo —dijo la madre suspirando.



El nacimiento de la col

 EL NACIMIENTO DE LA COL 
RUBÉN DARÍO 

Ya sabemos que la col no es el alimento más popular entre los más pequeños, pero Rubén Darío nos ayuda a explicar la importancia y dignidad que tiene la col a través de un relato cargado de tonos míticos. 
En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas, y antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó a la más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del celeste sol, la roja virginidad de sus labios. 
—Eres bella. 
—Lo soy —dijo la rosa.
—Bella y feliz —prosiguió el diablo—. Tienes el color, la gracia y el aroma. Pero… 
—¿Pero?... 
—No eres útil. ¿No miras esos altos árboles llenos de bellotas? Ésos, a más de ser frondosos, dan alimento a muchedumbres de seres animados que se detienen bajo sus ramas. Rosa, ser bella es poco… 
La rosa entonces —tentada como después lo sería la mujer- deseó la utilidad, de tal modo que hubo palidez en su púrpura.
Pasó el buen Dios después del alba siguiente. —Padre —dijo aquella princesa floral, temblando en su perfumada belleza—, ¿queréis hacerme útil? 
—Sea, hija mía —contestó el Señor, sonriendo. 
Y entonces vio el mundo la primera col.



La llave misteriosa

 LA LLAVE MISTERIOSA 
GABRIEL RAMOS 

Para Mauricio aquella tarde fue inolvidable, eran cerca de las siete de la noche, estaba lloviendo y las gotas golpeaban su ventana con ritmo y fuerza tales que acompañaban la conversación que tenía con su mamá. Eugenia, la mamá de Mauricio, le hablaba sobre algunas colecciones de objetos que tenía desde que era niña, entre ellos algunos álbumes de estampas, monedas, tarjetas de teléfono público y objetos diversos como una llave de color dorado que se había encontrado en un baúl de sus abuelos. 

A Mauricio le ganó la curiosidad y pidió ver los objetos. Estaba interesado en todos, pero más en la llave misteriosa. Eugenia fue hasta su vestidor y sacó una caja de madera en donde junto con algunos anillos, collares y otros artículos se encontraba la llave. Su mamá le advirtió que esa llave no era útil para abrir ninguna puerta, que solo era un objeto de la suerte. 

Eugenia se la regaló y le dijo que esperaba que le acompañara siempre. Mauricio se puso feliz y desatendiendo las recomendaciones de su mamá, de inmediato trató de abrir el baúl de la abuela, la puerta del armario de papá y la del cuarto de los cachivaches. Pero la llave no abrió ningún lugar. 

Fue cuando Mauricio recordó lo que su mamá le dijo y la puso en su llavero como un objeto de la suerte que le acompañaría en la vida. Cuando Mauricio terminó la secundaria con excelentes calificaciones pensó que la llave le había ayudado con ese logro. Lo mismo ocurrió en su graduación de Preparatoria y Universidad en la que obtuvo Mención Honorífica y todo el jurado y público lo felicitaron. 

En una ocasión, cuando Mauricio ya era todo un hombre, fue a un balneario y dejó sus pertenencias en un gabinete como todos los demás. Al regresar la puerta estaba abierta y sin candado, le habían robado sus pertenencias, entre ellas su llavero y por supuesto la llave de la suerte. 

Mauricio pensaba que sin la llave dejaría de tener éxitos como en el pasado, sin embargo, ocurrió todo lo contrario, siguió ampliando su círculo de amistades, incrementó sus relaciones en el trabajo y continuó escalando puestos hasta convertirse en el Director General de la empresa en la que trabaja. De esta forma Mauricio se dio cuenta de que la llave tan solo era un amuleto y que las razones de sus éxitos eran la disciplina, la constancia y la perseverancia que había puesto a todo lo que hacía.



LA RATONCITA PRESUMIDA

 LA RATONCITA PRESUMIDA  AQUILES NAZOA  La ratoncita presumida es un cuento en verso del venezolano Aquiles Nazoa, que enseña sobre los valo...