miércoles, 22 de junio de 2022

El conejito

 EL CONEJITO 
MIGUEL HERNÁNDEZ 

Un conejito inquieto y aventurero pasa un gran susto por nada, a causa de su audacia, y termina avergonzado frente a su mamá, a donde corre para resguardarse. A un conejito se le ocurrió echar a correr. Corría y corría, y no dejaba de correr. 

Corría tanto que pronto se encontró frente a un huerto cercado.

—Éste debe ser un huerto muy rico porque está cercado —dijo el conejito—. Yo quiero entrar. Veo un agujero, pero no sé si podré entrar por él. 

¡Hop! ¡Hop! ¡Hop! 

Sí que pudo entrar el conejito en el huerto por aquel agujero que había visto. Y una vez dentro, se sintió feliz.

—¡Aquí tengo yo una buena comida! ¡Menudo atracón voy a darme! 

El animalito se puso a comer, y no se cansaba de comer en las berzas, en las habas y en las coles. Comió durante todo el día. Y así que el día llegó a su fin, dijo el conejito: 

—Ahora yo debo marchar a casa. En casa me aguarda mi madre. Se me había olvidado mientras comía. Tres veces intentó salir por el pequeño agujero y no lo consiguió ni en la primera, ni la segunda, ni la tercera vez. 

—¡Ay, madre mía! -gritó-. 

No puedo salir. Este agujero es demasiado pequeño. Me he pasado el día comiendo y ahora estoy demasiado grueso. ¡Ay, que no puedo salir! Ay, madre mía. En esto llegó un perro al huerto y vio al conejito. 

—¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! -dijo—. Hoy estoy de broma y veo un conejo. Voy a bromear con él. Echó a correr el perro bromista derecho al conejito. 

—Un perro viene -dijo asustado—. ¡Un perro viene! ¡Con lo poco que a mí me gustan los perros! Yo debo salir de aquí. ¡Ay, madre mía! El conejito corrió, y corriendo vio un agujero grande. 

—Por aquí me escapo —dijo—. A mí no me gustan los perros. Ya estoy fuera del huerto y lejos de los colmillos del perro. ¡Gracias a mi vista y a mis patas! Efectivamente, cuando el perro salió por el agujero grande detrás del conejito, éste ya se encontraba en los brazos de su madre, en la madriguera. Y su madre le reñía diciendo: 

—Eres un conejo muy loco. Me vas a matar a sustos. ¿Qué has hecho por ahí todo el día? Y el conejito, avergonzado, se rascó la barriga. 



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